lunes, 13 de julio de 2015

LA INFLUENCIA DE LOS LIDERES EN EL FÚTBOL URUGUAYO


            ¿Alcanza sólo con tener experiencia? ¿El talento es suficiente? ¿Qué se necesita para influir positivamente en los compañeros de equipo? Definitivamente, la clave está en el liderazgo. Un concepto que encierra muchos atributos, cualidades y aspectos que hacen a un futbolista un verdadero líder, un referente a seguir por el resto.

            Cuando un director técnico decide la incorporación de un jugador experiente para el club, debe contemplar varios factores. Entre otros: que su imagen no opaque al de al lado ni tampoco distorsione el ánimo del grupo. Por el contrario, debe aportar todas sus vivencias por el bien de los demás por encima de sus propios intereses. 
            No se necesita ser un súperdotado técnicamente –todo en proporción al medio en donde va a jugar– ni una estrella mundial. Lo fundamental pasa por transmitir todo lo aprendido a lo largo de su carrera. Principalmente, aquellos que tuvieron pasaje internacional (Europa, México, Brasil, entre otras ligas).
            Un plantel, –más un cuadro grande– se compone de una mixtura entre jóvenes en crecimiento y futbolistas experimentados, ya sean estos nacidos en el club y que retornaron o contratados especialmente provenientes de otros lares.
            Un producto genuino es el caso del ex capitán Antonio Pacheco, quien retornó a Peñarol  con una mochila llena de talento y experiencia del exterior. El Tony fue exportado al mundo con el fin de brindarle beneficios y con la idea de que algún día sus dotes potenciados regresarían a la institución. Y así fue. Se convirtió en un líder para quienes compartieron con él los entrenamientos y campeonatos y un ídolo de la afición.





            El desenlace de Pablo “El Profe” Bengoechea fue diferente. Porque si bien era un referente cuando jugaba con la amarilla y negra, siendo el capitán durante añosllegó al aurinegro desde Argentina (Gimnasia y Esgrima La Plata) pero no hizo las inferiores en el carbonero, sino en Wanderers.
            Es decir, fue contratado especialmente a pedido de Gregorio Pérez en 1993 para cumplir ese rol que tan bien ejecutó, conquistando el segundo quinquenio mirasol y demostrando toda su estirpe, experiencia y liderazgo durante una década.
           
Si habrá sido tal la magnitud de su influencia en los equipos que comandó que, estando aún en vigencia, fue homenajeado en Los Aromos (18 de julio de 2002) con la inauguración de un monumento, creado por el arquitecto Bañales a su persona. Algo inédito e histórico para el fútbol uruguayo.



            Un agradecimiento mayúsculo a su superlativa labor. Un servidor humilde que conquistó a los seguidores de ley.
            En ese momento, el presidente José Pedro Damiani decía: “Esta es una iniciativa de un grupo auténtico de peñarolenses de homenajear a un símbolo, un jugador que va a cumplir 10 años en la institución sin faltar casi nunca. Gracias al esfuerzo de todos pudimos lograr este milagro”.
            Octavio Darío Rodríguez es sinónimo de perseverancia y vitalidad. Desembarcó en Peñarol en 1999, se fue en 2002 y regresó en 2008 luego de su exitoso pasaje por el fútbol alemán.
            Un referente quien se consagró campeón uruguayo en su debut con el aurinegro y también una década más tarde en la temporada 2009/2010 con 34 años de edad.
            El día que volvió de Alemania dijo: “Tengo las ganas de la primera vez, yo no vine acá a retirarme”. Y si lo habrá cumplido. Volcó toda su maestría en el plantel con el fin de fortalecerlo.





            Algunas otras figuras aurinegras quienes marcaron presencia destacada en su retorno fueron: Fernando Morena, Marcelo Zalayeta, Gabriel Cedrés, Paolo Montero, Carlos Aguilera, Diego Aguirre y Diego Alonso.
            De la vereda de enfrente, Nacional, hay que mencionar algunos ejemplos de jugadores que señalaron el territorio del éxito poblándolo de humildad y sacrificio.
            Por un lado se encuentra Alexander “Cacique” Medina, quien de muy joven dejó su Salto natal para trasladarse a la capital en búsqueda de oportunidades con la pelota.
            Comenzó su periplo en Huracán Buceo, luego en Central Español hasta llegar a Liverpool, lugar donde se destacó ampliamente logrando coronarse como el goleador del Campeonato Uruguayo 2003 convirtiendo 22 goles.



            Gracias a su capacidad de romperredes, rápidamente pasó a Nacional (mediados de enero de 2004) y, de entrada nomás, con su temple y fortaleza de guerrero, pasó a ser uno de los hombres más queridos por los tricolores.
            Su partida al extranjero fue un duro golpe para los hinchas albos ya que se iba una figura destacada del club. Pero su vuelta siempre estuvo latente y en cada uno de sus retornos dejó su huella de cacique. Cada gol era una flecha directa a los corazones bolsos. Un auténtico líder reconocido por todos.
            Washington Sebastián “Loco” Abreu. Un nombre identificado con la causa Nacional. Llegó en 2001 proveniente de San Lorenzo al cuadro de sus amores e instantáneamente pasó de ser un hincha más de la institución a un ídolo de la afición.
            “Me siento como en una burbuja”, eran sus impresiones pocos días después de llegar y empezar los entrenamientos con sus compañeros, entre ellos, otro caudillo: Ruben Sosa.



            Con la casaca tricolor, con el número 113 en su espalda, conquistó el Campeonato Uruguayo en su temporada estreno, marcando goles claves en cada una de las finales frente a Danubio.
            Posteriormente, volvió desde México para los torneos de 2003 y luego en 2004 para lograr su segundo título con los albos. Actualmente en Nacional Loco Abreu es una marca registrada del club.
            Otros referentes tricolores quienes marcaron a fuego su pasar: Hugo De León,  Óscar Javier Morales, Gabriel Álvez, Alejandro Lembo, Gustavo Varela y Alvaro Recoba.



            Estos jugadores experientes llegan al club con ciertas cualidades indispensables que los hacen diferentes y tienen la misión de transmitirlas a sus colegas.
            Ellos son inteligentes, disciplinados (practican a la par del resto), valoran a los demás (no se creen seres superiores), entusiastas (sienten pasión por el deporte), tienen claros los objetivos, están preparados (mejora continua), leales, perseverantes, tenaces (jamás se rinden) y colaboradores (ayudan al director técnico en cumplir con las metas trazadas).
            Ante la adversidad, son los primeros en enfrentar el problema e intentar encontrar soluciones que enderezan el rumbo. Es, en esos momentos de inestabilidad, que aparecen los verdaderos líderes. Levantan al otro y lo incitan a superarse.
           
“La forma más segura para saber lo bien que he jugado es ver cuánto he hecho para que mis compañeros hayan jugado bien” [Bill Russell] 

            Aquellos futbolistas experientes quienes retornan al fútbol local y no logran influir en el resto transmitiendo todo su potencial, son los que serán señalados con el dedo por los hinchas, ya que no pudieron hacer valer todo lo que el club invirtió por ellos.
            Serán catalogados de deshonestos, cobardes, traidores, de no sudar la camiseta, de venir sólo por el dinero, de no estar alineados a la causa, entre otro sinnúmero de calificativos despectivos.
            En definitiva, serán los primeros en ser insultados por la afición ya que no cumplieron con las expectativas. Su misión ha fallado y, por ende, difícilmente tengan otra oportunidad.
            Existen esos futbolistas englobados en el concepto de “no te vayas nunca” y los otros, los del “no robes más la plata”. Antagónicos y contundentes. Así es el fútbol.
           
“Tener los mejores jugadores en la cancha no es suficiente, uno debe tener a los mejores en las posiciones correctas” [Don Neff]

Guillermo Almeida


@almeida_guille

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